06 septiembre, 2012

COLUMNA DE CESAR LEVANO 2

Juego y colapso de la Ronda


El martes último se produjo el colapso de la llamada Ronda de Doha organizada por la Organización Mundial de Comercio. En el Perú, el fracaso no ha merecido la atención debida.

Se trata del desplome de siete años de negociaciones, que ha merecido primera página de The New York Times y otros grandes diarios del orbe. Todos subrayan que el fiasco se debe al choque entre las grandes potencias y los países emergentes, representados por China, India y Brasil.

Hasta horas antes del final, se esperaba un intercambio de concesiones: los titanes surgentes China y la India aceptarían rebajar sus tarifas aduaneras para los productos industriales de Estados Unidos y Europa, a condición de que éstos eliminaran sus subsidios agrarios.

China y la India pidieron, además, que se estableciera una cláusula de salvaguardia que les permitiera subir sus aranceles si se produjera un torrente súbito de importaciones de productos como el algodón, el azúcar y el arroz.

Allí apareció el impasse. Las partes no se pusieron de acuerdo sobre el nivel de aumento en las importaciones que pondría en marcha la salvaguardia. Estados Unidos quería establecer ese nivel en 40%. China y la India proponían que fuera a partir de un incremento de 10% en tales importaciones.

Así se derrumbaron las negociaciones. Y pensar que la Ronda de Doha nació hace siete años para ayudar a los campesinos de los países pobres.

En el debate, la India esgrimió un argumento convincente: ¿cómo es posible que los países desarrollados sigan subsidiando a sus productores en el contexto de precios altos para los alimentos?

En suma, China, la India y Brasil han defendido a todos los países del llamado tercer mundo. No se puede omitir que esos tres países fueron los forjadores del Grupo de los 20 (del cual nos apartó, por orden yanqui, Raúl Diez Canseco), grupo que gravita cada vez más en el escenario político, económico y comercial del mundo. Se verá en la reunión de APEC a realizarse en Lima.

Hay dos lecciones de peso en esto: 1. Las grandes potencias predican el libre comercio, pero lo distorsionan con sus subsidios. 2. Esas potencias son contrarias a salvaguardias de los países emergentes. Se ve, por ejemplo, en el TLC del Perú y Estados Unidos.

Dicho acuerdo comercial con Washington elude el mandato del artículo 63 de la Constitución del Perú, que expresa: “Si otro país o países adoptan medidas proteccionistas o discriminatorias que perjudiquen el interés nacional, el Estado puede, en defensa de éste, adoptar medidas análogas”.

La ministra de Comercio de Indonesia, Mari Elka Dangestu, explica que el fracaso de la Ronda refleja “la incapacidad de las potencias industriales para tratar con la creciente influencia de China, la India y Brasil en la economía global”. Miedo a la realidad.

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